"Rima IV" por Gustavo Adolfo Bécquer

No digáis que, agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!

"Rima LII" por Gustavo Adolfo Bécquer

Olas gigantes que os rompéis bramando 
en las playas desiertas y remotas, 
envuelto entre la sábana de espumas, 
¡llevadme con vosotras! 

Ráfagas de huracán que arrebatáis                                                      5
del alto bosque las marchitas hojas, 
arrastrado en el ciego torbellino, 
¡llevadme con vosotras! 

Nube de tempestad que rompe el rayo 
y en fuego ornáis las sangrientas orlas,                                           10
arrebatado entre la niebla oscura, 
¡llevadme con vosotras!. 

Llevadme, por piedad, a donde el vértigo 
con la razón me arranque la memoria. 
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme                                     15
con mi dolor a solas!.


Gustavo Adolfo Bécquer

"Rima LIII" (Volverán las oscuras golondrinas) por Gustavo Adolfo Bécquer

Volverán las oscuras golondrinas 
en tu balcón sus nidos a colgar, 
y otra vez con el ala a sus cristales 
jugando llamarán. 

Pero aquellas que el vuelo refrenaban                                                        5
tu hermosura y mi dicha a contemplar, 
aquellas que aprendieron nuestros nombres... 
¡esas... no volverán!. 

Volverán las tupidas madreselvas 
de tu jardín las tapias a escalar,                                                                 10
y otra vez a la tarde aún más hermosas 
sus flores se abrirán. 

Pero aquellas, cuajadas de rocío 
cuyas gotas mirábamos temblar 
y caer como lágrimas del día...                                                                 15
¡esas... no volverán! 

Volverán del amor en tus oídos 
las palabras ardientes a sonar; 
tu corazón de su profundo sueño 
tal vez despertará.                                                                                      20

Pero mudo y absorto y de rodillas 
como se adora a Dios ante su altar, 
como yo te he querido...; desengáñate, 
¡así... no te querrán!
Gustavo Adolfo Bécquer

"Hoy, que es el cumpleaños de mi hermana" por Pablo Neruda

Hoy, que es el cumpleaños de mi hermana, no tengo 
nada que darle, nada. No tengo nada, hermana. 
Todo lo que poseo siempre lo llevo lejos. 
A veces hasta mi alma me parece lejana.

Pobre corrió una hoja amarilla de otoño                                                5
y cantor como un hilo de agua sobre una huerta:
los dolores, tú sabes cómo me caen todos 
como al camino caen todas las hojas muertas.

Mis alegrías nunca las sabrás, hermanita, 
y mi dolor es ése, no te las puedo dar:                                                  10
vinieron como pájaros a posarse en mi vida, 
una palabra dura las haría volar.

Pienso que también ellas me dejarán un día, 
que me quedaré solo, como nunca lo estuve. 
Tú lo sabes, hermana, la soledad me lleva                                           15
hacia el fin de la tierra como el viento a las nubes!

Pero para qué es esto de pensamientos tristes! 
A ti menos que a nadie debe afligir mi voz!
Después de todo nada de esto que digo existe... 
No vayas a contárselo a mi madre, por Dios!                                       20

Uno no sabe cómo va hilvanando mentiras, 
y uno dice por ellas, y ellas hablan por uno. 
Piensa que tengo el alma toda llena de risas, 
y no te engañarás, hermana, te lo juro.

Pablo Neruda

"A una nariz" por Francisco de Quevedo

  Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.

  Era un reloj de sol mal encarado,                   5
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.

  Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,                         10
las doce Tribus de narices era.

  Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.

Francisco de Quevedo


"Canción del pirata" de José de Espronceda

  Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,                 5
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

  La luna en el mar rïela,
en la lona gime el viento,               10
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,          15
y allá a su frente Stambul:

  «Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza                  20
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

  Veinte presas
hemos hecho
a despecho                               25
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.                              30

  Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
                                         
  Allá muevan feroz guerra               35
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.              40

  Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de  esplendor,
que no sienta                            45
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.

  Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,            50
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

  A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
cómo vira y se previene                  55
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

  En las presas
yo divido
lo cogido                                60
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.                               65

  Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

  ¡Sentenciado estoy a muerte!           70
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.                75

  Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo                           80
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

  Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,              85
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

  Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor                   90
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
                                                                                                       
  Y del trueno
al son violento,                         95
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado                                100
por el mar.

  Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.»                105
José de Espronceda